En 1959, con el Self Government Act el apartheid alcanzó su plenitud cuando la población negra quedó limitada a pequeños territorios autónomos y privada de la ciudadanía sudafricana. La población negra sufrió un “status” de marginalidad. Las leyes raciales abarcaron todos los aspectos de la vida social, incluyendo la prohibición del matrimonio y las relaciones sexuales entre blancos y no-blancos, la clasificación de algunos trabajos como “exclusivos para blancos”, prohibiendo cualquier tipo de implicación política, una libre salida y entrada del territorio nacional, posesión de cualquier medio de comunicación y sin ir más lejos, segregando transportes públicos, hospitales...
A raíz de ello, Sudáfrica fue expulsada de la Commonwealth, excluida de los Juegos Olímpicos de Munich ante el peligro de boicot general por parte de los países africanos, y consecuentemente estuvo en el punto de mira de las comunidades occidentales y de la ONU. Años más tarde, surgieron movimientos reivindicativos como los de Nelson Mandela, líder pacifista que estableciéndose como presidente de la República Sudafricana, consiguió terminar con el apartheid, anteponiéndose a la obligatoriedad y a las restricciones de una vida, que pertenece a todos por igual.
Aquello que creemos descubrir entre nuestros pensamientos se ha bastado de reflexiones en otros tiempos, aquello que ignoramos también existe. Al leer y escuchar relatos históricos, no solamente abrimos una puerta al conocimiento pasado, sino que aprendemos a entender el presente. Cualquier hecho trascendental puede aplicarse en menor o mayor medida con la actualidad.

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